Panorama costero. Jacob Van Ruisdael. Paisajista realista del Barroco Holandés. 1628-1682.
Las indicaciones médicas eran ponerse de pie lo más pronto posible, y así lo hice. Al amanecer del segundo día de la cirugía, con ayuda de mi esposa y Rosita mi enfermera, en medio de la incomodidad de sondas y drenes, haciendo un gran esfuerzo, aguantando el dolor y siempre con la consigna en mi mente de que no me dejaría vencer, logre ponerme de pie para dirigirme a la ducha, y hacer mi aseo personal. Aún continuaba con la sensación de haber perdido mi punto de equilibrio. Ese día fue una gran victoria había realizado una proeza, y en el fondo me sentía orgulloso. Había logrado levantarme, caminar, así fueran unos pocos metros, con un poco de mareo, pero lo había logrado.
Para los demás días tenía un incentivo, mi otro Gran Jefe, pasaba puntualmente alrededor de la 8:00 de la mañana a visitarme y a saber como evolucionaba mi postoperatorio, el no lo sabe, pero era mi reto personal diario, que cuando llegará me encontrara perfectamente aseado, afeitado, bien peinado, sentado en la silla de las visitas, oyendo a Julito y leyendo El Tiempo, sabía que al verme así se pondría contento y el le trasmitiría un parte de tranquilidad a mis compañeros de trabajo. Gracias Don R., Ud. sin saberlo, me coloco metas que hacían mas llevadera mi recuperación.
Fueron nueve días en la Clínica del Country, con la compañía de los míos, de amigos, y un excelente trato por todo el personal de enfermería. Días buenos, días regulares, y días malos, pero cada día era ganancia.
No me quede con mi inquietud de haber perdido mi punto de equilibrio y en una de las charlas con Andrés le manifesté la sensación que sentía. Me dijo, has perdido una serie de órganos que han dejado un vació en tu parte abdominal, con el transcurrir de los días los que quedan se reacomodaran y llenaran ese vació. Supongo que por la ley de gravedad esto sucede. Así fue, hoy en día no percibo esa sensación, y a veces se me olvida que adolezco de estomago.
Seguí llevando mi vida, empezando una nueva alimentación, adaptándome a las nuevas circunstancias. Cita donde el oncólogo, la experiencia mas impactante que tendría durante este proceso, cuando uno va donde el odontólogo y está en la sala de espera, sabe que los demás van por algún inconveniente con su salud oral, allí todos los que esperábamos turno teníamos un problema de cáncer, éramos varios pacientes con nuestros acompañantes, era una sala de espera cuadrada con dos recepcionistas, y en cada esquina un consultorio, por lo tanto eran cuatro consultorios oncológicos, ambiente pesado, ese silencio, se sentía ese dolor de los que allí estábamos, los minutos eran horas, nadie hablaba, miraba de reojo a los presentes tratando de identificar al enfermo queriendo saber la historia de cada quien, espero a que me llamen. Entro donde el Doctor, revisa mi historia, confirma el diagnostico es un GIST y en su computador me muestra gráficas de las probabilidades de una recidiva dependen del tamaño del tumor, y la mitosis del mismo, me acuerdo de los números, en el 70% de los casos al año vuelve aparecer el tumor, el 30% es indiferente, a los dos, tres años y ha habido casos de cura total. Pregunto por el camino a seguir, y es el de esperar que sea un afortunado de ese 30%. Y de no ser así, que hay que hacer? Hay un medicamento de alto costo, muy bueno que sirve para atacar la enfermedad se llama Glivec, relativamente es nuevo en el mercado, en el año 2.003 fue aprobado por FDA en los Estados Unidos. Sentía y reconozco, tal vez equivocado por las circunstancias que estaba viviendo, que no había química entre mi personalidad y la de mi oncólogo. Pensaba, no soy un número, soy humano, pienso, siento, sufro. Creo que la profesión del oncólogo es difícil, no se como actuaría si estuviera en su bata. Salimos con mi señora, compartimos nuestras impresiones, y concluimos en seguir las indicaciones.
Primer error que se cometió en esa oportunidad. No por culpa del Oncólogo, sino por los protocolos a seguir que en ese momento se tenía acerca de la enfermedad. Si no hay tumor, no hay cáncer, por lo tanto no hay que seguir con un tratamiento para algo que no existe. Hoy en día, esta tesis este revaluada, y después de la cirugía hay que empezar con el tratamiento para evitar la recidiva.
“El hombre grande tiene dos corazones: uno que sufre y otro que resiste"
Para los demás días tenía un incentivo, mi otro Gran Jefe, pasaba puntualmente alrededor de la 8:00 de la mañana a visitarme y a saber como evolucionaba mi postoperatorio, el no lo sabe, pero era mi reto personal diario, que cuando llegará me encontrara perfectamente aseado, afeitado, bien peinado, sentado en la silla de las visitas, oyendo a Julito y leyendo El Tiempo, sabía que al verme así se pondría contento y el le trasmitiría un parte de tranquilidad a mis compañeros de trabajo. Gracias Don R., Ud. sin saberlo, me coloco metas que hacían mas llevadera mi recuperación.
Fueron nueve días en la Clínica del Country, con la compañía de los míos, de amigos, y un excelente trato por todo el personal de enfermería. Días buenos, días regulares, y días malos, pero cada día era ganancia.
No me quede con mi inquietud de haber perdido mi punto de equilibrio y en una de las charlas con Andrés le manifesté la sensación que sentía. Me dijo, has perdido una serie de órganos que han dejado un vació en tu parte abdominal, con el transcurrir de los días los que quedan se reacomodaran y llenaran ese vació. Supongo que por la ley de gravedad esto sucede. Así fue, hoy en día no percibo esa sensación, y a veces se me olvida que adolezco de estomago.
Seguí llevando mi vida, empezando una nueva alimentación, adaptándome a las nuevas circunstancias. Cita donde el oncólogo, la experiencia mas impactante que tendría durante este proceso, cuando uno va donde el odontólogo y está en la sala de espera, sabe que los demás van por algún inconveniente con su salud oral, allí todos los que esperábamos turno teníamos un problema de cáncer, éramos varios pacientes con nuestros acompañantes, era una sala de espera cuadrada con dos recepcionistas, y en cada esquina un consultorio, por lo tanto eran cuatro consultorios oncológicos, ambiente pesado, ese silencio, se sentía ese dolor de los que allí estábamos, los minutos eran horas, nadie hablaba, miraba de reojo a los presentes tratando de identificar al enfermo queriendo saber la historia de cada quien, espero a que me llamen. Entro donde el Doctor, revisa mi historia, confirma el diagnostico es un GIST y en su computador me muestra gráficas de las probabilidades de una recidiva dependen del tamaño del tumor, y la mitosis del mismo, me acuerdo de los números, en el 70% de los casos al año vuelve aparecer el tumor, el 30% es indiferente, a los dos, tres años y ha habido casos de cura total. Pregunto por el camino a seguir, y es el de esperar que sea un afortunado de ese 30%. Y de no ser así, que hay que hacer? Hay un medicamento de alto costo, muy bueno que sirve para atacar la enfermedad se llama Glivec, relativamente es nuevo en el mercado, en el año 2.003 fue aprobado por FDA en los Estados Unidos. Sentía y reconozco, tal vez equivocado por las circunstancias que estaba viviendo, que no había química entre mi personalidad y la de mi oncólogo. Pensaba, no soy un número, soy humano, pienso, siento, sufro. Creo que la profesión del oncólogo es difícil, no se como actuaría si estuviera en su bata. Salimos con mi señora, compartimos nuestras impresiones, y concluimos en seguir las indicaciones.
Primer error que se cometió en esa oportunidad. No por culpa del Oncólogo, sino por los protocolos a seguir que en ese momento se tenía acerca de la enfermedad. Si no hay tumor, no hay cáncer, por lo tanto no hay que seguir con un tratamiento para algo que no existe. Hoy en día, esta tesis este revaluada, y después de la cirugía hay que empezar con el tratamiento para evitar la recidiva.
“El hombre grande tiene dos corazones: uno que sufre y otro que resiste"
SI
Si conservas tu juicio, aunque los otros
estén perdiendo el suyo, y te culpen de ello.
Si crees en ti mismo, aunque otros duden,
pero eres indulgente ante sus dudas.
Si sabes esperar pacientemente
y, aun viviendo rodeado de mentira,
la mentira nunca está en tu boca.
Si eres a un tiempo odiado y no respondes con iguales armas
y no te muestras falsamente santo
ni finges al hablar mucho talento.
Si puedes soñar, sin que te domine el sueño,
y pensar, sin ser esclavo de la mente.
Si eres inmune al triunfo y al fracaso
y tratas a estos dos impostores del mismo modo.
Si escuchas tu verdad en otras bocas
Que de ella se sirven para fines propios.
Si ves desmoronarse aquello por lo has dado tu vida
y te inclinas para volver a construirlo de nuevo con útiles gastados.
Si puedes arriesgar cuanto ganaste
a una carta, y perder, y retirarte
y volver a empezar como si nada
y no pronunciar palabra sobre tu pérdida:
si puedes forzar todo tu cuerpo
corazón, nervios y músculos
para que te sirvan aunque ya no tengan fuerzas
Si conservas tu juicio, aunque los otros
estén perdiendo el suyo, y te culpen de ello.
Si crees en ti mismo, aunque otros duden,
pero eres indulgente ante sus dudas.
Si sabes esperar pacientemente
y, aun viviendo rodeado de mentira,
la mentira nunca está en tu boca.
Si eres a un tiempo odiado y no respondes con iguales armas
y no te muestras falsamente santo
ni finges al hablar mucho talento.
Si puedes soñar, sin que te domine el sueño,
y pensar, sin ser esclavo de la mente.
Si eres inmune al triunfo y al fracaso
y tratas a estos dos impostores del mismo modo.
Si escuchas tu verdad en otras bocas
Que de ella se sirven para fines propios.
Si ves desmoronarse aquello por lo has dado tu vida
y te inclinas para volver a construirlo de nuevo con útiles gastados.
Si puedes arriesgar cuanto ganaste
a una carta, y perder, y retirarte
y volver a empezar como si nada
y no pronunciar palabra sobre tu pérdida:
si puedes forzar todo tu cuerpo
corazón, nervios y músculos
para que te sirvan aunque ya no tengan fuerzas
y mantenerte firme cuando nada queda salvo
la voluntad que dice: "Aguanta"
Si hablas con la gente y conservas tu virtud,
si estas entre reyes y no pierdes tu integridad.
Si no pueden herirte tus enemigos
ni tampoco tus amigos.
Si todos ponen en ti su confianza y
y ésta no queda nunca defraudada:
si puedes llenar cada minuto implacable
con sesenta segundos que merezcan haber sido vividos,
Si hablas con la gente y conservas tu virtud,
si estas entre reyes y no pierdes tu integridad.
Si no pueden herirte tus enemigos
ni tampoco tus amigos.
Si todos ponen en ti su confianza y
y ésta no queda nunca defraudada:
si puedes llenar cada minuto implacable
con sesenta segundos que merezcan haber sido vividos,
el mundo es tuyo, con todos sus tesoros,
y aún mas, hijo mío: ¡serás hombre!
Rudyard Kipling
(1865-1936)
y aún mas, hijo mío: ¡serás hombre!
Rudyard Kipling
(1865-1936)
gist.col@gmail.com
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