Era el amanecer del día sábado 30 de Abril del año 2.005, preparado y listo a enfrentarme con el quirófano, me aliste para salir de mi apartamento, una última mirada al hogar y el deseo de poder regresar victorioso. Una pequeña maleta con lo necesario, la compañía de mi señora, mi hijo, mi hermano, un auto nos esperaba para dirigirnos a la Clínica del Country. Llegamos a las 5:10 a.m. elaboramos los papeles de ingreso, y cumplimos con el protocolo requerido por la institución. Esperando la hora fijada, en la soledad de una camilla, oigo una voz amiga, la de mi Jefe, antes de su viaje vino y logró entrar para desearme suerte. Nunca olvidaré ese gesto de aprecio y el esfuerzo que realizó para poder estrechar mi mano, abrazarme y darme ánimo para afrontar lo que venía. Gracias Don E., nos despedimos, y quedé en compañía de mi señora. Llego Andrés, muy calmado y siempre trasmitiendo seguridad, tocaba firmar una última autorización que el protocolo lo exige, autorizar a mi cirujano actuar de acuerdo a lo que se le presentará durante el procedimiento quirúrgico. Eran ya pasadas las seis de la mañana cuando fui trasladado al quirófano, era conciente de todo, me prepararon y quede dormido. Desperté a esos de la 1.40 p.m., lo supe por que al frente mío había un reloj que marcaba esa hora. ESTOY VIVO!
Mis recuerdos se trasladaron a la primera cirugía que me habían practicado con anestesia general, eso fue alrededor del año 1.979 por un varicocele. Creo, que de ese tiempo al presente han cambiado las técnicas en esta profesión, en esa oportunidad me desperté con un frío tremendo, todo era oscuridad no podía observar nada, oía gritos y mas gritos de angustia , y el frío penetraba mi cuerpo, llegue a pensar que estaba en el hueco, en el purgatorio, no era el infierno por que tenía mucho frío y además creo no clasificaba para ese piso pues mi vida era normal como la de cualquier cristiano, y tengo entendido que en el infierno el calor es tremendo. De un momento a otro se prendieron las luces, y una enfermera corría como loca por todo el piso, diciendo no se preocupen el temblor ya paso, la situación esta controlada. Fue mi primer acercamiento con la temible anestesia general. Ese día, a esa bendita hora de mi despertar, tembló en la ciudad de Bogotá. Ahora era diferente, me encontraba en una camilla en observación o lo que comúnmente conocemos como cuidados intensivos, me dolía hasta el alma, no sentía mi pierna derecha, aunque la tocaba para asegurarme que allí estaba no la sentía.
Fui trasladado a mi habitación, el dolor seguía aunque me administraron lo que hoy se conoce como manejo del dolor, esa bendita máquina que mitiga nuestro sufrimiento. Varias sondas y drenes estaban en mi cuerpo. Desde muy joven he sido matemático y posiblemente esta afición a los números la asumí desde aquel día que leí el libro de El Hombre que Calculaba de Malba Tahan. Empecé con la sensación que mi punto de equilibrio había cambiado, pues ya no tenía estomago, por lo tanto estaba completamente tenso, mi cuerpo era un completo palo, no me movía ni un milímetro. Al momento llego mi esposa, silencio, lágrimas de felicidad, y un prolongado abrazo. Mi esposa siempre pendiente de mí, me arreglo para recibir la visita de los míos las cuales eran administradas por mi hermano con toda la disciplina del caso, y con el tiempo medido. Era muy estricto, pues me encontraba bajo de defensas y es mejor prevenir que curar.
Andrés llegó a observarme y conversamos, la cirugía fue exitosa, se logro retirar el tumor, gastrectomía total, esplenectomía (extirpación del bazo), pancreatectomía subtotal, vaciamiento ganglionar y reconstrucción en Y de Roux. Empezaría una nueva etapa de mi vida, y habría que asumirla de acuerdo a las circunstancias. Seguiría administrando mi adversidad.
El pasado viernes 10 de Octubre, falleció en la ciudad de San Juan de Pasto Marianita mi suegra, deja un vació enorme en todos nuestros corazones, la jefatura de la familia, su lógica y pensamiento nada tienen que envidiarle a los grandes filósofos. Directa y franca en todas sus apreciaciones. Siempre he pensado que la filosofía popular es la más sensata y creíble.Conversar con Marianita era realmente agradable, podíamos pasar horas y horas y siempre aprendíamos algo nuevo. Cumplió su labor y nos ha dejado sin su presencia. Su sensatez y lucidez eran realmente envidiables. Se del especial cariño que sentía por mi, la reciprocidad es mutua. Acompaño a mi señora y a toda la familia en estos dolorosos momentos.
NOTICIAS GIST
Estamos organizando para el próximo mes de Noviembre, El Primer Encuentro Nacional de Pacientes GIST. Pronto confirmaremos ciudad, fecha y cursaremos las invitaciones correspondientes.
gist.col@gmail.com
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